Trigger Points o Actos de amor.

Dialogar, escuchar, pensar, perdonar, decidir y amar. Esos 6 actos han estado en mi mente en los últimos meses. A veces por separado, en otras unos complementan a otros. Según pasa el tiempo y vemos cómo las formas de vivir cambian, me cuestiono el porqué hago las cosas. Porqué decido escuchar a una persona aun cuando no necesariamente estoy de acuerdo con su conversación. Porqué decido perdonar a esa persona que ni se ha enterado que hizo algo que me lastimó, porqué decido amar a las personas entendiendo y conociendo sus áreas fuertes y débiles. Es en esa última me quiero detener un poco más.

Mi interior se inquieta por estar consciente. Desear vivir consciente de porqué hago las cosas ha cambiado la motivación de realizarlas. Vivir de esta manera ha sido mi petición en oración hace unos años. Pues constantemente se que puedo hacer o decir cosas que sean detonantes en la vida de personas que están a mi alrededor. No, no me estoy cargando, queriendo entender cada detalle, pues sé que hay mucho que me excede y eso está bien. A lo que me refiero es a la forma de ver a las personas. Con el avance de las redes sociales vemos perfiles de personas y nos hacemos a la idea de que conocemos como son, de hecho, hablamos de esas personas como si tuviéramos una relación cercana, cosa que no está siempre cerca de la realidad, pues ni si quiera los hemos visto. Con seguridad nos atrevemos a hablar sobre sus gustos, tristezas y alegrías.

Más existen personas que están alrededor nuestro de forma tangible, personas que tienen alegrías y luchas como consecuencia inevitable de vivir en un mundo quebrantado y la toma de decisiones. Esas son las personas nos rodean y por las que vale la pena invertir tiempo en estar consciente de quienes son, cómo son, qué les hace feliz, qué los agobia. No necesariamente porque puedas solucionarlo, pero si por algo muy poderoso y es que tienes la oportunidad de convertir detonantes en actos de amor.

Cuando pienso en Jesús. pienso en actos de amor, no en detonantes, aún en situaciones tensas y difíciles Él daba la lucha que verdaderamente vale la pena, la del corazón de la persona. Por eso amó a la mujer Samaritana y en vez de echarle en cara su pecado se le reveló como el Mesías atendiendo su realidad y perdonándola de sus pecados.

Entonces nosotros tenemos esa oportunidad cuando conocemos verdaderamente los que están al lado nuestro. Es complejo plantear actos de amor a las personas e incluso a la familia. Hemos visto sus actos, desaprobamos la forman en que actúan y nos han lastimado tanto que pensamos que es eso lo que los define y quienes ellos son. Estamos tan lastimados que nos atrevemos a decir y describir a esa persona por las heridas que tenemos. Aún cuando esa persona pudo haber actuado de alguna forma particular, eso no define la totalidad de la persona. Más si podemos decir que es un ser humano roto que necesita restauración. Cuando nos detenemos a observar a las personas con misericordia podemos comenzar a transformar detonantes en actos de amor. ¿Por qué?, porque nos esforzamos por no utilizar, palabras, gestos y actos que laceren las heridas que han sido parte de la formación de esa persona. No por miedo a lastimarlo, si no por amor a su proceso, por ser de bendición a su alma y puente a encontrarse con quien verdaderamente puede restaurarle: Dios a través de Jesucristo. Suena sencillo, no siempre lo es, suena imposible, no cuando es Dios quien nos guía. Decidamos vivir conscientes y convertir detonantes en actos de amor. El amor de Dios.

En fin, vivan en armonía los unos con los otros; compartan penas y alegrías, practiquen el amor fraternal, sean compasivos y humildes. No devuelvan mal por mal ni insulto por insulto; más bien, bendigan, porque para esto fueron llamados, para heredar una bendición.

1 Pedro 3:8-9